Devenir mujer o la diferencia sexual reconsiderada.
La autora señala que el feminismo comparte con las filosofías postestructuralistas dos constataciones básicas: la crisis del logo y la necesidad de renovar conceptos, propone nuevas cartografías del presente que no sean ajenas a la política.
Sostiene que el sujeto del feminismo no es la Mujer como complementario del hombre, sino un sujeto encarnado, complejo y multiestratificado que ha tomado sus distancias respecto de la institución de la femeneidad. Define a un sujeto en construcción, mutante, lo Otro de lo otro, un sujeto encarnado posmujer transmutado en una morfología femenina que ha experimentado una metamorfosis esencial.
Braidotti insiste en desarrollar una política de la localización como forma de dar sentido a la diversidad existente entre las mujeres en el seno de la categoría de diferencia sexual, entendida como el opuesto binario del sujeto falogocéntrico. Une su propuesta para una política de la localización a la noción de responsabilidad política y epistemológica. Para deshacer los diferenciales de poder propone recurrir a la memoria y las narrativas.
Define localización como un espacio-temporal compartido y construido colectivamente, conjuntamente ocupado. La política de la localización implica un proceso de toma de conciencia que requiere un despertar político y, de ahí, la intervención de los otros. La política de las localizaciones consiste en trazar cartografías del poder basadas en una forma de autocrítica donde el sujeto elabora una narrativa crítica y genealógica de sí, en la misma medida en la que son relacionales y dependen del escrutinio externo.
Definición de narratividad: una fuerza aglutinante crucial, un proceso colectivo permeado por la política de contribuir conjuntamente a la fabricación de mitos, de ficciones operativas y figuraciones significativas de la clase de sujetos que estamos en proceso de devenir. Los análisis ‘encarnados’ iluminan y transforman el conocimiento que cada una o uno tiene de sí y del mundo. Autorreflexividad como proceso comunitario. Siguiendo a Deleuze, son análisis que nos desterritorializan, nos extrañan de lo familiar, lo conocido, lo íntimo. En lenguaje de Foucault esto se traduce como micropolítica.
EL PUNTO DE PARTIDA SIEMPRE ES EL YO ENCARNADO. Sujeto de materialismo corporeizado.
Nuevas subjetividades: lo que está cambiando no es meramente la terminología o la representación metafórica de los sujetos, sino la propia estructura de la subjetividad, de las relaciones sociales y del imaginario social sobre el que se sostiene. Lo que se está viendo sacudido es la sintaxis de las relaciones sociales, así como su representación simbólica.
Esto da lugar a sujetos en procesos emergentes. Ahora más que nunca la cuestión de la transformación social apela al problema de la representación.
Necesidad de nuevas cartografías: la cuestión sigue siendo que la diferencia emerge como una noción central, aunque contestada y paradójica, y que esto implica la inevitabilidad histórica de tener que enfrentarse a ella, al igual que, como sujetos posmodernos, estamos históricamente condenados y condenadas a vivir nuestra historia. Por lo tanto, el análisis mediante cartografías adecuadas sigue siendo una prioridad crucial.
Materialismo: encarnación e inmanencia
El cuerpo contrataca.
Relación cuerpo-tecnología: el cuerpo, tanto a escala macro como micro, se halla atrapado en una red de efectos de poder que en su mayor parte han sido inducidos por la tecnología. Aquí reside la fuerza motriz de un sistema globalizador y de una economía transnacional capaces de engendrar continuas contradicciones constitutivas a una escala ‘g-local’.
Ciberrelaciones: el desdibujamiento de las fronteras entre los humanos y las máquinas es algo que está presente a todos los niveles en la sociedad. Las ciberrelaciones definen el modo en que se estructuran nuestras sociedades.
Una cartografía política o figuración: el cyborg es un sujeto multiestratificado, complejo e internamente diferenciado. Evoca la ofensiva triunfante del tecnologismo y, al mismo tiempo, los frágiles cuerpos de los trabajadores y trabajadoras cuyos fluidos corporales son el combustible de la revolución tecnológica. Ninguno se activa sin el otro.
Las nuevas tecnologías facilitan la extensión protésica de nuestras funciones corporales. Esto implica un imaginario social extendido de ubicuidad y eternidad. Promesas protésicas de perfección. Las tecnologías han afectado al espacio social de la posmodernidad provocando una dislocación del continuo espacio-tiempo. Las imagenes son los reflejos que nunca mueren y que se hallan eternamente en circulación del vacío embrujado posmoderno. Se abre un campo de batalla que desafía la noción platónica de representación, sedimentado a lo largo de siglos de ejercicio.
EL CUERPO COMO CONSTRUCCIóN TECNOLóGICA.
Resulta indiscutible que lo que todavía seguimos llamando, con cierta nostalgia, ‘nuestros cuerpos, nuestras vidas’ son construcciones tecnológicas abstractas plenamente inmersas en la industria química psicofarmacológica avanzada, en la biociencia y en los medios electrónicos.
El cuerpo entendido como objetivo de prácticas gerenciales del cuidado de sí. Para comprender este proceso emergente la crítica social y cultural requiere nuevas herramientas de alfabetización corporal.
Concepto clave: Biopoder (Foucault)
Materialidad corporal.
Braidotti defiende un materialismo filosófico en el que la idea de sujeto encarnado ocupa un lugar central. La actividad del pensar se extiende para abarcar una serie de facultades cuya fuerza motriz está constituída por el afecto, el deseo y la imaginación. Retoma a tres pensadores para quienes la sexualidad ocupa un lugar primordial: Foucault, Deleuze e Irigaray. Relaciona sexualidad y práctica política.
Definición de cuerpo: una interacción compleja de fuerzas sociales y simbólicas sofisticadamente construidas: no es una esencia, y mucho menos una sustancia biológica, sino un juego de fuerzas, una superficie de intensidades, puros simulacros sin originales. Es un transformador y punto de transmisión de un flujo de energías.
El sujeto encarnado es un proceso de intersección de fuerzas (afectos) y variables espacio-temporales (conexiones). Estructura multifuncional y compleja de la subjetividad. El proceso de devenir sujeto implica la capacidad específicamente humana de incorporar y trascender, de manera simultánea, las mismas variables que lo estructuran: la clase, la raza, el sexo, la nacionalidad, la cultura, etc. Esto afecta al concepto de imaginario social.
Esta redefinición ‘intensiva’ del cuerpo se distancia de la idea psicoanalítica del cuerpo como mapa de inscripciones semióticas y de códigos impuestos por la cultura. Deshecha la oposición dualista que la cultura occidental asumió desde el siglo XVIII como modelo dominante.
Braidotti propone soltar la cuestión del sujeto encarnado del amarre tanto del psicoanálisis lacaniano ortodoxo como del marxismo, las dos burocracias intelectuales fundamentales del últilo siglo. Sin embargo, más adelante retoma la teoría psicoanalítica y sostiene que el inconciente es la garantía que evita el cierre en la práctica de la subjetividad.
SUBJETIVIDAD
El término ‘subjetividad’ nombra el proceso de ensamblar las instancias reactivas (potestas) y activas del poder (potentia) en la ficticia unicidad de un ‘yo gramatical’. El sujeto es un proceso hecho de desplazamientos y de negociaciones constantes entre diferentes niveles de poder y de deseo, es decir, entre elecciones voluntarias e impulsos inconcientes. Toda apariencia de unidad no responde a una esencia otorgada por Dios sino, más exactamente, a la coreografía ficticia de múltiples niveles en un yo socialmente operativo. Esto implica que todo el proceso de devenir sujeto se sostiene sobre la voluntad de saber, el deseo de decir, el deseo de hablar: un deseo fundacional, primario, vital y, por lo tanto, original de devenir.
Materialidad corpórea y deseo sexual.
El sujeto del feminismo es sexuado. Motivado/a por la conciencia política de la existencia de desigualdades y su compromiso reside en afirmar la diversidad y la diferencia como valor positivo y alternativo. Es rizomático.
MATERIALISMO CORPORAL FEMINISTA RADICAL.
Encontrar una representación de la realidad corpórea femenina mejor y más precisa. El yo encarnado integra la sexualidad como un proceso y como un elemento constitutivo.
Enunciar lo femenino implica un proceso activo de devenir. Lo femenimo tal y como ha sido y es representado hasta ahora fue colonizado por el imaginario masculino. Las mujeres deben pensarlo y representarlo en sus propios términos. Descarta la interpretación de la ‘identidad’, el punto de vista del femenino virtual que coloca a la Mujer en oposición a Otro diferente.
La diferencia sexual como práctica política está construida sobre un marco no hegeliano, de donde se desprende que la identidad no es postulada en oposición dialéctica a un otro forzosamente desvalorizado. No existe esta negación puesto que, más bien descansa sobre la composición de numerosas diferencias entre, en medio y dentro de las mujeres.
Pensar la complejidad y salir del modelo universal definido por el hombre hacia una versión radical de la heterosexualidad, es decir, hacia el pleno reconocimiento de las especificidades de cada posición de sujeto sexuada.
Braidotti defiende la diferencia sexual como una teoría y una práctica políticas que se apoyan sobre, y hacen estallar, una serie de contradicciones constitutivas cuya respuesta puede ser formal en un sentido lógico, pero también práctica en el sentido de apuntar a una solución en la praxis.
La afirmación feminista de la diferencia sexual está ligada a dos rechazos básicos: -a las identidades esencialistas y -a la dialéctica de la negación como lógica constitutiva del sujeto.
Diferencias sexuales múltiples /
DESMONTAR LAS RELACIONES DE PODER ASIMÉTRICAS
La desconexión transatlántica.
Braidotti analiza en este apartado las recepciones que tuvo la teoría de la diferencia sexual en Estados Unidos y Europa. Denuncia cierta ‘feminofobia’ en círculos académicos estadounidenses, que han interpretado de una manera bastante ligera de la obra de Irigaray, negando o deshechando la potencia transformadora de la sexualidad como punto de referencia del sujeto. Sostiene que, al igual que la recepción del postestructuralismo en EEUU, las críticas a la teoría de la diferencia sexual se han basado en tres aspectos:
-el esencialismo: pretendidamente la diferencia sexual es ahistórica y determinista y no deja espacio a la transformación social.
-el universalismo: realiza afirmaciones exesivamente generales y desatiende la cuestión de ladiversidad cultural.
-el heterosexismo: resta importancia a la capacidad creadora y subversiva del deseo lésbico y homosexual.
En el feminismo estadounidense el ‘cuerpo’ no puede asociarse en términos positivos a la sexualidad ni en el discurso crítico ni en el discurso público. A pesar de ser el paradigma fundamental de los discursos críticos del psicoanálisis y del postestructuralismo, la sexualidad no tiene cabida en el discurso político estadounidense, ya que acaba siendo suprimida.
La balanza de la dicotomía sexo/género se inclinó hacia éste último..... ni el sexo ni la sexualidad ocuparon un lugar en la lista. Pero el género es un concepto demasiado polivalente como para ser realmente útil en términos universales. En la recepción estadounidense el sexo se convierte en un efecto del género. Braidotti se inscribe en la tradición europea, para la cual la distinción sexo/género no es tan importante. Le interesa más bien la red de relaciones complejas, interactiva y activada por el poder en torno al núcleo sexo/sexualidad.
La tesis de Braidotti:
En su lectura de las filosofías postestructuralistas de la diferencia, desde Foucault a Irigaray o Deleuze, el principal énfasis recae sobre la estructura material y sexualizada del sujeto. Esta fibra sexual está conectada a las relaciones sociales y políticas. La sexualidad como institución social y simbólica, material y semiótica, se revela como ubicación primaria del poder, según una dinámica compleja que abarca micro y macrorrelaciones. El sexo es la asignación social y morfológica de la identidad y la forma de agencia erótica adecuada para los sujetos socializados y sexualizados según el modelo dualista, polarizado, de las instituciones específicas de la Masculinidad/Feminidad. El género es un término genérico para describir el tipo de mecanismos de poder que participan en esta compleja interacción de fuerzas. Siguiendo a Deleuze, el dualismo de género es la posición de lo mayoritario aue, de este modo, consolida los intereses de la economía política edipizada que estructura nuestro sistema social, material e imaginario.
Materialismo de género.
Comparación Witting/Butler. Braidotti contrasta las dos perspectivas y se diferencia de ellas.
Más adelanta la autora sostiene que nada cambiará al menos que ambos sexos se unan en el esfuerzo de implementar una sexualidad no fálica y de reinscribir el guión de la sexualidad al margen de la violencia del falo. Traducido al lenguaje de Deleuze, lo mayoritario necesita devenir minoritario: necesitamos un devenir minoritario polivalente, fluido, de ambos sexos, hombres y mujeres. Qué ocurriría si el ‘fijador’ del paisaje psíquico fuera la plenitud desbordante del placer más que el discurso melancólico de la deuda y la pérdida?
Conclusión: el trascendental sensible.
Romper con el rechazo recurrente a la corporeidad. Una violencia originaria sexualizada o marcada por el género, inherente a la autoridad del sujeto clásico en la medida en que lo ancla en la conciencia.
El sujeto femenino puede reconocer y dar vida a su especificidad otorgando importancia simbólica a su vínculo con otras mujeres como mediadoras fundamentames entre ella misma y el mundo, y en esto consiste la idea de un femenino universal como mediación.
Proceso feminista nómada de devenir mujer. Enfasis en la inteligencia específica del sujeto encarnado.
jueves, 15 de febrero de 2007
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